miércoles, 24 de junio de 2009

MARCO TEÓRICO

Aprender a leer y escribir, no es un proceso monótono ni pauteado. Cada individuo tiene distintos ritmos de aprendizaje y sus procesos de interiorización de la lectoescritura dependerán de sus experiencias previas y de su desarrollo cognitivo, según la etapa que esté atravesando.

Algunos especialista en el tema, presentan una secuencia general para trabajar la lectura y escritura, orientándose ésta por edad. Dicha secuencia, sin embargo, no es rígida, más bien es flexible, ya que cada niño y niña es un ser único e irrepetible, con características, necesidades e interés propios, por lo cual no se le puede delimitar a aprender de una manera jerarquerizada, es así como los alumnos con ritmo más lento afianzarán los procesos previos antes de iniciar una nueva fase del proceso y los alumnos con ritmo más rápido podrán proseguir hacia fases más avanzadas que las que desarrollan sus compañeros.

Así pues, la secuencia planteada por especialistas para potenciar el proceso lector es la siguiente:

· Para 3 años: Lectura de imágenes, lectura logográfica y lectura pictográfica.
· Para 4 años: Lectura significativa, en la que los pictogramas se irán sustituyendo gradualmente por palabras dentro de unidades más amplias de significado.
· Para 5 años: Lectura de palabras, frases y textos cortos.[1]

En base a lo anterior, y tomando en cuenta una de las variadas estrategias para el proceso inicial de la lectura, es que en este caso, nos abocaremos a la lectura logografica, que actúa como una metodología del proceso de enseñanza aprendizaje, para el acceso a la lectura.


Harris y Colthear (1986) y Vellutino y Scanlon (1987) señalan:


La conveniencia de iniciar el aprendizaje del lenguaje escrito mediante asociación palabra-palabra, imagen-palabra, puesto que el acceso posible a los nombres y significados de las palabras escritas como unidades integrantes, facilitan la adquisición de la lectura y escritura, y posibilita la formación de un léxico logográfico. (p. 107)

Una lectura logográfica esta constituida en su totalidad de logotipos, que constituyen una forma intermedia entre el dibujo y la palabra escrita. Su correcta utilización y uso social, favorece para que el niño se pueda orientar en su medio. De esta manera, los logos se pueden considerar como indicadores, con valor universal de la comunicación visual, que suelen encerrar indicios acerca de lo que representan, iniciándose así, la lectura perceptiva, que pondrá en contacto al niño con el mundo lector.

La estrategia de la lectura logográfica es utilizada en los primeros momentos del aprendizaje de la lectura, cuando los niños identifican palabras conocidas a partir de pistas visuales salientes que han aprendido a asociar con el significado de la palabra, sin relación con la forma fonológica.[2]

Los significados de las palabras se asocian con formas y rasgos visuales globales, lo que significa que el reconocimiento de las palabras es muy impreciso, muy dependiente de ciertos patrones, del contexto, colores, etc. e indiferente al orden de las letras. En consecuencia, una lectura logográfica, es observable desde edades muy tempranas. Esto lo podemos ver cuando nombran etiquetas de productos del comercio, significativos para los menores. El mayor beneficio de esto, es que los niños sin alguna intencionalidad declarada, comienzan a conocer el mundo de las letras, lo cual los llevará a un futuro próximo, ser competentes en lo a que a lectura y escritura trata, ya que utilizarán estos términos en otros contextos.

A pesar de que lectura logográfica es concebida por el ser humano alrededor de los 3 años de vida, no significa que sólo se trabaje con esta estrategia a la edad mencionada, sino que su uso se manifiesta hasta que los niños ya son competentes en la lectura.

A medida que la edad del niño avanza, el grado de complejidad de esta estrategia va cambiando. Es así como en la edad de cinco a seis años, se continúa con esta metodología de trabajo, pero a diferencia de su etapa de uso inicial, en donde se realiza un aprendizaje de pares asociados entre unos o más rasgos (color, forma, tamaño, etc.) que caracterizan una imagen, reconociendo así la palabra globalmente y utilizando para ello la memoria, en esta etapa su grado de dificultad aumenta, pues los logotipos se le presentan al niño en blanco y negro, con el fin de que éstos no se fijen en los rasgos de la imagen, sino que presten atención a los grafemas que componen la palabra del logotipo, realizando una decodificación fonológica y así ubicarse poco a poco en el estadio alfabético.

[1] Secuencia general de lectoescritura, material para psicopedagogos. (2007)
[2] El Aprendizaje Inicial de la Lectura y la Escritura de Palabras en Español: Un Estudio de Caso. (2007)

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